
Del 2 al 4 de mayo España ha suspendido el Tratado de Schengen aumentando los controles en la frontera con Francia para evitar la llegada al país de manifestantes violentos y ha blindado con miles de agentes las calles de Barcelona.
En estos días se llevará a cabo en la ciudad catalana la cumbre del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Las medidas de seguridad para impedir protestas violentas han sido juzgadas de “faraónicas” incluso por el sindicato de policía. Ochocientos mil hombres, centenares de blindados aparcados en los puntos neurálgicos de la ciudad. En definitiva, la misma escena vista tantas veces en los años pasados por tantas cumbres internacionales.
El blindaje de la ciudad ha sido justificada por el Consejero de Asuntos Externos Felip Puig como prevención de manifestaciones violentas. El 29 de marzo, durante la jornada de huelga general, se produjeron en efecto episodios de violencia con el incendio de tiendas y contenedores. En aquella ocasión los Mossos d´Esquadra (la policía catalana) cargaron con violencia contra los manifestantes, usando las conocidas balas de goma (todavía legales en España), provocando numerosos heridos y la ceguera de un chico italiano. También en 2011, en el día de protesta de los indignados, las fuerzas del orden catalanas respondieron con dureza a la manifestación, provocando numerosos heridos y arrestando a decenas de personas.
A pesar del blindaje de la ciudad, el 4 de mayo saldrán a las calles los estudiantes para protestar contra el aumento de las tasas universitarias. El movimiento de los indignados, conocido tambiàen como 15M, pide a los ciudadanos de Barcelona hacer sentir su rabia contra el BCE golpeando cacerolas o cualquier instrumento ruidoso desde las ventanas, terrazas y balcones de toda la ciudad.