La Central Nuclear de Garoña, en Burgos, dejó de producir energía eléctrica ayer a las 22.57 horas, en tres o cuatro días se procederá a almacenar el uranio en su piscina.
El motivo del cierre de la planta, propiedad de Nuclenor, es el proyecto de Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética que introducirá un nuevo impuesto sobre “la producción de combustible nuclear gastado y residuos radioactivos resultantes de la generación de energía nucleoeléctrica”. Por el mismo motivo la central nuclear Almaraz I, propiedad de Iberdrola, ha paralizado su recarga de combustible.
La central de Garoña es la más antigua de España, se encuentra abierta desde 1971, y en los tres últimos años ha mantenido una batalla con el gobierno hasta conseguir una autorización para su funcionamiento hasta el 6 de julio de 2013. Durante este tiempo 291 trabajadores directos y 491 subcontratados han visto peligrar su puesto de trabajo, que desaparecerá definitivamente con el cierre de Garoña.
El Consejo de Administración de Nuclenor argumenta que el nuevo impuesto que grava un 7% la generación supondrá el pago anual de 153 millones de euros, cuando el beneficio declarado en 2011 fue de 13,5 millones. Además se deben sumar los 120 millones que debe invertir en reparaciones en Fukushima.
Sin embargo, cuando en 2010 el gobierno de Zapatero decidió cerrar la planta, Nuclenor presentó ante la Audiencia Nacional un informe en el que argumentaba que si se cerraba en 2019, el beneficio que dejarían de obtener sería de 385,6 millones de euros.
Desde que entre 1998 y 2003 la planta Vandellón I cesó su actividad y en 2006 cesó la planta José Cabrera, sólo quedan en funcionamiento siete reactores (aparte de Garoña) que son Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo I y Vandellós II, que han utilizado el ejemplo de Garoña para lanzar mensajes al Gobierno sobre el posible camino de las centrales.
La plataforma Ecologistas en Acción ha publicado un informe en el que precisamente argumenta que Nuclenor sacrifica su planta de Garoña para luchar contra la reforma fiscal promovida por el Gobierno. Además, argumenta que no está garantizada la continuidad de la central debido una posible avería de la misma, ya que la central de Doel 3, en Bélgica, fue fabricada por la misma empresa que Garoña, y actualmente tiene una fisura en la vasija del reactor.
Nuclenor aprovecha este posible fallo de seguridad para recordar las promesas electorales que aseguraban el mantenimiento de la central hasta 2019.
Asimismo Ecologistas en Acción solicita la recolocación de todos los trabajadores afectados, así como un plan de desarrollo alternativo de la zona.
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