El pasado 15 de diciembre fue detenido Christian Gregory Parisot, presidente del Instituto Modigliani, por comerciar con obras falsas del pintor por un valor de más de 6 millones de euros.

Todo comenzó en 2010 en una exposición organizada en Palestrina (provincia de Roma) en la que los Carabinieri tuvieron noticia de la dudosa procedencia de las obras. Tras la investigación 22 obras fueron incautadas al constatarse su falsedad. La justicia francesa ya había condenado en 2008 a Parisot por exponer obras falsas como si fueran verdaderas, lo cual cubrió de sospecha las posteriores exposiciones, como las organizadas en Alemania y Brasil.
El trabajo conjunto de Giampiero Romano, jefe de la sección de comercio de antigüedades de los Carabinieri, y del fiscal adjunto Giancarlo Capaldo, consiguió esclarecer que Parisot y el marchante de arte Matteo Vignapiano junto con otras siete personas que están siendo investigadas, se han dedicado a falsificar y colocar en el mercado hasta 41 dibujos, 13 pinturas, 4 estatuas de bronce y un óleo sobre tela, aunque se estima el número de piezas falsificadas en circulación podría ascender a cien.
Todas las obras incautadas se encontraban en el Palazzo Taverna, sede en Roma de la asociación Archives Legales Amedeo Modigliani, que fue fundada en 1983 en París por la hija de Modigliani, Jeanne, la cual nombró presidente desde entonces a Parisot.
La historia de Jeanne Modigliani es tan incierta como la autenticidad de las obras de su padre. Jeanne murió en 1984 a los 66 años, el mismo día en que se disponía a salir de viaje a Livorno al encuentro de Parisot para celebrar el aniversario del nacimiento de Modigliani. En dicho viaje además pretendía tratar el tema de la aparición de obras falsas, pero una caída por las escaleras de su casa se lo impidió.
Jeanne fue criada por una hermana del pintor, ya que su madre, Jeanne Hébuterne, también pintora y amante del artista, se tiró por la ventana de la casa de sus padres el día del funeral de Modigliani, aún estando embarazada de nueve meses. La tragedia de esta familia le otorgó a Parisot una posición ventajosa para gestionar sus propios intereses a costa del legado de Modigliani.
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