El sábado 3 de febrero, la violencia racista irrumpió de golpe en la campaña electoral italiana. Un joven de 28 años, Luca Traini, disparó desde la ventanilla de su coche contra varios inmigrantes africanos, en Macerata, una pequeña ciudad en la región de Las Marcas. Poco antes de ser arrestado por los Carabinieri, se anudó una bandera italiana al cuello y levantó el brazo haciendo el saludo fascista.
Al final de una mañana cargada de miedo y tensión, se contaban seis personas heridas, todos de origen africano y jóvenes. Los heridos fueron llevados al hospital, y su vida no está en peligro.
El joven protagonista del ataque, acusado de “masacre con agravante de racismo”, fue candidato del partido Lega Nord en 2017, en una pequeña localidad de la región Marche, aunque no consiguió ningún voto. En su casa los Carabinieri han encontrado banderas y libros nazistas y neofascistas, además de una copia del libro Mein Kampf.
Ex candidato de la Lega con simpatías neofascistas
Según sus declaraciones, Traini habría decidido efectuar el ataque después haber escuchado en la radio un servicio sobre el asesinato de Pamela Mastropietro. Pamela era una joven de 18 años que vivía en una comunidad de recupero en Macerata, en la misma región de Las Marcas. El cuerpo descuartizado de esta joven fue encontrado a finales de enero, y de momento el único acusado del homicidio es un pusher nigeriano.
El ministro del Interior, Marco Minniti, se fue hasta Macerata por la tarde para calmar los ánimos, en una ciudad muy preocupada por el atentado.
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Después del atentado racista, la campaña electoral para las elecciones del 4 de marzo se ha centrado en el problema del aumento de episodios racistas y neofascistas en Italia. El presidente del Gobierno Gentiloni habló poco después del atentado para decir que “el estado será muy duro contra quien alimente la violencia” y añadió que “odio y violencia no nos dividirán”.
La derecha italiana carga contra la inmigración
Si por un lado llegaba la condena del uso de la violencia desde todos los partidos políticos, el líder de la Lega Nord, Matteo Salvini, volvía a cargar contra la inmigración.
“Está claro que la inmigración fuera de control lleva al choque social”, decía el líder de la antigua formación independentista del Norte, que desde 2013 se ha convertido en un partido nacionalista y xenófobo (cuyo nombre ahora es Lega, y no Lega Nord). Salvini añadió que «me parece surreal hablar de un aumento del fascismo en Italia». y ha subrayado que «500.000 nuevos inmigrados llevan el caos».
El día después del atentado, el ex premier Silvio Berlusconi, que se presenta a las elecciones junto con la Lega, ha hablado en un programa de televisión afirmando que hay 600.000 inmigrantes en Italia que constituyen una bomba social que puede explotar en cualquier momento.
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Por otro lado el líder de la formación de centro-izquierda Liberi e Uguali, Pietro Grasso, afirmaba: “si alimentas racismo y fascismo, alguien que dispara por la calle acabas encontrándolo. Y nosotros estamos en contra del odio, del racismo y del fascismo, y también contra los irresponsables que lo alimentan”.
Una escalada racista despertada por los partidos políticos de la derecha
La sensación es que se trata de un paso más en la escalada xenófoba despertada por los partidos políticos de la derecha al calor de la crisis migratoria de los últimos años. Desde hace varios días Matteo Salvini intervenía en programas de televisión hablando del asesino de la joven Paloma, y enfatizando el problema migratorio. Desde hace años la derecha italiana habla de una supuesta invasión de inmigrantes que los números desmienten.
A un mes de las elecciones más inciertas de las últimas décadas en Italia, preocupa la entrada en la campaña electoral de la violencia racista.
El sábado 11 de febrero tendrá lugar en Macerata una manifestación contra el racismo.
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