
El 11 de febrero de 1929, se firmaron en Roma los Pactos de Letrán (Patti Lateranensi en italiano), conocidos también como Pactos Lateranenses. Los pactos supusieron el reconocimiento mutuo entre el Reino de Italia y la Santa Sede y el establecimiento de relaciones bilaterales entre Italia y Vaticano. El nombre de los pactos se debe al palacio en el cual se firmaron: el palacio de San Giovanni in Laterano, en Roma.
El tratado fue firmado por el cardenal Pietro Gasparri, diplomático de la Santa Sede durante el papado de Pío XI, y por Benito Mussolini. En el tratado, Italia reconocía la independencia y soberanía de la Santa Sede. Hasta entonces la Santa Sede no había reconocido el estado italiano y avanzaba reivindicaciones de carácter territorial. Además se definían las relaciones civiles y religiosas entre las dos partes («libre Iglesia en libre Estado») y se estableció una compensación financiera al Vaticano, por sus pérdidas en 1870. El estado italiano se comprometía a tener como única religión, la religión católica (un aspecto que choca con la Constitución republicana de 1948).
El 20 de septiembre de 1870, casi 60 años antes, la anexión de Roma al Reino de Italia (toma de Roma) había puesto fin a los Estados Pontificios.
Nace la Ciudad del Vaticano
El 11 de febrero de 1929, con el reconocimiento del Vaticano como estado independiente, comienza la historia de la Ciudad del Vaticano, el estado más pequeño del mundo.
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